Caza de brujas: las mujeres y el capitalismo

Actualizado el martes, 2 mayo, 2023

El fenómeno da cuenta de parte importante de la historia femenina (y sorprendentemente también de los medios de producción).

Según la obra de Silvia Federeci, en Calibán y la bruja: Mujeres, Cuerpo y acumulación Originaria, la caza de brujas solo fue posible a partir de una disposición política que trascendió fronteras y unificó a una Europa fragmentada por la reforma protestante. La caza se extendió por numerosos territorios, incluyendo algunos que se encontraban en guerra entre sí. Los territorios conocidos hoy como Francia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, Escocia y Suecia desarrollaron sistemas políticos y legislativos comunes en los que se propició la persecución. Diversas leyes y ordenanzas establecieron la pena capital para la brujería e incitaron a la población a denunciar a las sospechosas.

Una parte de la historia del género está marcada por este episodio aún tiene algunos puntos comunes con las mujeres actuales. Varios factores entretejen en esa historia. Pero para condensar, se trató de una reacción del mundo a las convulsiones económicas y políticas (entre las que cuenta también el origen del capitalismo).

Numerosos libros se dedican a la historia de las brujas. No hay, como es habitual en la historia humana, un punto definitivo que determine el inicio de este episodio. Pero para empezar, estaría bien hablar de la legislación y de los muchos tratados que se produjeron.

Legislación en contra del demonio

Entre 1435 y 1487 se publicaron más de dos docenas de tratados sobre brujería. Demonólogos y juristas participaron en la sistematización teórica y legal de la persecución, pero los juicios involucraban a diversos miembros de la sociedad. A menudo podían extenderse en el tiempo, siendo así una fuente de trabajo rentable para muchos. Jueces, escribas, guardias, torturadores y verdugos recibían, a parte de la remuneración oficial, alimento y vino a cambio de sus servicios. Además, a la economía del juicio hay que agregarle los gastos de otros materiales como carbón, brea y tela necesarios en cada ejecución.

Si bien es cierto que los hombres, en su mayoría vagabundos, gitanos y mendigos, fueron juzgados por el mismo delito en una etapa inicial, se estima que alrededor del 80% de los juzgados fueron mujeres.

¿Cuántas mujeres en la hoguera?

Es prácticamente imposible establecer cuántas mujeres murieron a causa de la caza de brujas. No todos los juicios han sido documentados y muchos documentos han sido destruidos. Además no todas murieron ejecutadas como tal, algunas fueron linchadas, otras se suicidaron en cautiverio y muchas otras no soportaron la tortura. A partir de archivos de la época Anne L. Barstow (Witchcraze: A New History of the European Witch Hunts, Our Legacy of Violence Against Women) sostiene que existe prueba de la acusación a 200.000 mujeres en un periodo de tres siglos. Naturalmente, la apreciación de la magnitud varia, dependiendo del autor.

Mujeres e inflación

Los recursos que se adquirieron de la conquista en América y la modificación de la riqueza y economía europeas dio lugar a una nueva división del trabajo. La inflación que se conoce como la «revolución de los precios», afectó las relaciones de trabajo en Europa y contribuyó a la inestabilidad de la región. Esta inestabilidad está asociada también con el fenómeno. Las mujeres acusadas de brujería representaron un desafío a la estructura de poder particularmente amenazante en tiempos de crisis económica y política.

Casualmente la persecución se hizo más intensa en tiempos de sublevaciones. Federici señala las guerras campesinas contra la privatización de la tierra en Inglaterra, la sublevación de los Croquants en Francia y el motín del hambre de Córdoba en España (que se replicó en otros lugares de Europa ante el aumento del precio del pan) como ejemplos de convulsiones que coinciden con el desarrollo e intensificación de la caza de brujas.

Las mujeres participaron activamente en estas sublevaciones, a menudo persistiendo en la resistencia después de que los hombres fueran aplastados. Teniendo esto en mente, parece relevante la insistencia de los acusadores en la existencia de aquelarres o congregaciones de brujas. Y parece haber cierta conexión entre la demonización de los aquelarres y el temor a la organización secreta desde la que se gestionaba la sublevación.

Magia, economía y resistencia al poder

Ante la enfermedad, la escasez y el sufrimiento la magia representaba la oportunidad de alterar el orden. La magia era, entonces, un recurso significativo para los pobres de la época, Federeci. Las mujeres desempeñaban el papel de curanderas, podían predecir el futuro, ayudar en el amor o encontrar objetos perdidos. Con esto ofrecían una oportunidad descentralizada de mejorar las condiciones de existencia.

La autora afirma que las mujeres fueron perseguidas porque eran ellas las que desempeñaban estas prácticas y desafiaban de esta forma el poder. Su poder mágico representaba una amenaza a las instituciones religiosas y estatales. También les daba a los menos favorecidos una oportunidad aparente de manipular el orden.

La reproducción, otra forma de trabajo

El control de la reproducción también parece ser un elemento importante en la persecución. En 1484 la bula de Inocencio VIII denuncia como actos de brujería la muerte de «niños que aún se encontraban en el útero», la incapacidad de las mujeres de concebir y la pérdida de la facultad reproductiva de hombres y animales. A partir de ese momento los crímenes reproductivos fueron atribuidos a las brujas y ocuparon parte importante de la formulación de los cargos en su contra. También muchas parteras fueron condenadas en tales juicios.

Esto también tiene una conexión con los acontecimientos de la época: para el siglo XVI la población europea declinaba y con ello también lo hacía la fuerza de trabajo del sistema económico que había sustituido recientemente al feudalismo. En ese orden de ideas, el control de la natalidad parece un elemento importante en la agenda del capitalismo para asegurar su subsistencia. Y la asociación de la anticoncepción con la perversión era un instrumento de control de reproducción de la fuerza de trabajo.

Además de parteras y mujeres que evadían la maternidad, otro tipo de mujeres fueron acusadas y condenadas. Entre ellas las mujeres que ejercían su libertad sexual y que adoptaban una actitud contestataria. Para Federeci la caza de brujas no solo ejerció la función de adoctrinar a las mujeres que eran amenazadas con morir en la hoguera sino que también separó a las mujeres de los hombres, de modo que ningún hombre podía estar seguro de que no convivía con una bruja. La caza también contribuyó a la supresión del conocimiento femenino que había sido acumulado a través de los siglos.

 

 

Caza de brujas en el Nuevo Mundo

Si bien la relación entre las brujas europeas y el Nuevo Mundo no parece evidente a primera vista, no es difícil establecer un vínculo entre la colonización en América y la caza de brujas. En términos generales esta fue un instrumento útil para justificar la colonización y la esclavitud. De hecho, el área que representa mayor número de casos documentados de brujería es el área de Cartagena, el principal puerto de esclavos de América. Es allí donde se manifiesta por primera vez un caso de brujería.

Según Juan Blázquez en Brujas e inquisidores en la América colonial (1569-1820) a partir de un suceso en Cartagena se «descubren» los aquelarres en América. Estos eventos se describen sin ninguna variación considerable a los descritos en España. La hechicería estaba dirigida principalmente a la fortuna y al amor, tal como había ocurrido en Europa.

Caza de mujeres

Las perseguidas fueron también en su mayoría mujeres: el comisario de Guatemala escribió sobre la abundancia de hechiceras en su ciudad, el obispo de Panamá habla de las «hechiceras y hechicerías» de la provincia y hay evidencia de la reprensión a veintiún mujeres y un hombre en Celaya en 1614. Entre 1620 y 1623 existe mención a centenares de acusaciones en Guadalajara. Y en general hay menciones a juicios de brujería en todo el continente americano a lo largo de tres siglos, siendo los juicios de Salem los más populares y estudiados en el campo académico.

Hay diversas teorías sobre las razones que contribuyeron a la eliminación de esta práctica. Sobra decir que son muchos los factores responsables de este resultado. En la visión de Federeci la organización estatal y el desarrollo de los sistemas judiciales dejaban menos espacio a los delitos sobrenaturales y regulaban muchos más actos y crímenes humanos. El potencial subversivo de la magia había disminuido y esta posiblemente ya no representaba una amenaza significativa para las estructuras de poder. De hecho la magia se continuó practicando sin consecuencias judiciales, aunque el estereotipo de la mujer bruja quedaría para la historia femenina.

La caza de brujas de ayer y las mujeres de hoy

Además de la dimensión cultural, bajo esta lectura de la mano de Federeci la pugna por controlar la maternidad no solo tiene sentido en la historia de las mujeres sino también en la historia de los medios de producción. Porque, como dijimos arriba, la reproducción humana representa otra forma de trabajo necesario para la permanencia del sistema: la creación de nuevos humanos y, con ello, la renovación de la fuerza de trabajo.

Este fragmento, aparentemente aislado de la configuración del mundo posmoderno, tiene cierta similitud con la persistente lucha de las mujeres por controlar su capacidad reproductiva. Las estadísticas oficiales y las leyes lo dejan claro, tener un útero (principalmente en países de economías no desarrolladas —y hacemos énfasis en la región de América Latina—) todavía define el destino de las mujeres.