Actualizado el lunes, 27 noviembre, 2023
OMGyes propone una forma de educar para el placer gracias a la experiencia de miles de mujeres. El placer requiere técnica, y las mujeres suelen estar menos familiarizadas con la que se requiere llegar al orgasmo. La especie entera podría beneficiarse de aprender a tener buen sexo.
El problema del placer humano también toma forma de género. Y sí, el placer suele dificultarse para las mujeres. Las razones son diversas (y las estadísticas reveladoras): los estereotipos alrededor del sexo femenino, la obsesión con el coito como práctica «verdaderamente sexual» (incluso a veces como estimulo único) y, claro, también la dificultad de hablar con honesta y abiertamente sobre el propio placer.
OMGyes: la ciencia para el placer
Este proyecto en colaboración con investigadores de la universidad de Indiana y el instituto Kinsey trae una serie de vídeos e infografías sobre las generalidad de la experiencia de 20.000 mujeres entre los 18 y 95 años. El propósito es enseñar «técnicas» de grupos de mujeres que han encontrado formas de llegar al orgasmo y de potenciarlo.
En la experiencia de muchas mujeres llegar al orgasmo no es sencillo. Una razón importante es la falta de estimulación y de educación adecuada para lograrlo. Lo cual es, por supuesto, no solo un asunto de mujeres sino también de sus parejas. Razón por la cual los esfuerzos pedagógicos alrededor del placer femenino son también colectivos. Y no «solo» hacen parte de la vida recreativa humana (aunque la vida recreativa es tal vez una dimensión nuestra fundamental) sino también del orden natural de la materia. El sexo existe por una razón, y esta no es solo reproductiva. OMGyes propone contenido desde esta perspectiva.
Cómo funciona
El concepto funciona por temporadas, hasta ahora dos están disponibles. Ambas se ocupan del placer de las mujeres en la dimensión más mecánica del asunto: dónde estimular y cómo hacerlo. En las formas intuitivas pero también en las contra-intuitivas (detener a tiempo la estimulación para crear un orgasmo más «potente»). Estos y otros temas se presentan en una serie de capítulos. Cada tema presenta la experiencia de tres mujeres que hablan para la cámara con y sin ropa.

Tal vez ese es el punto más polémico (y maravilloso) del proyecto: se presenta visualmente la sexualidad femenina con menos decoración y espacio para confusiones. Vaginas reales estimuladas por las mujeres que ya conocen bien sus cuerpos y sus técnicas. Y que reconocen el derecho que tienen al placer sexual.
Por otro lado las infografías presentan de otra forma las experiencias y finalmente un espacio interactivo permite reforzar el aprendizaje sobre cómo crear experiencias más placenteras.
El derecho al placer
El reto para la educación sexual contemporánea es ocuparse no solo del sexo seguro sino también del buen sexo (lo que incluye el consentimiento pero también el placer). El placer como derecho es un punto fundamental de la experiencia, pero a menudo es difícil encontrar educación para el placer. Cualquiera que haya superado la adolescencia podría haber notado que hay preguntas pero no muchas respuestas, y muchas de esas respuestas están viciadas por la reprobación y la incomodidad.
Si preguntar sobre el placer se hace difícil en público, la educación queda relegada. Una parte a la experiencia íntima con individuos también desinformados, que pueden reproducir comportamientos nocivos o simplemente insatisfactorios. Otra parte de esa educación se concentra en las representaciones culturales que otros reproducen, lo que también limita los temas y el conocimiento. La confusión respecto a esta dimensión humana parece casi que garantizada si no se reconoce algo tan sencillo como el derecho a la salud (lo que incluye también la salud sexual y el placer) y a la educación sexual.