Actualizado el lunes, 14 marzo, 2022
Love me, Tinder recopila una serie de perfiles reales de hombres que usan la aplicación. El libro presenta, no solo perfiles, sino también una serie de ensayos para pensar las dinámicas amorosas en tiempos de recolección de datos. Y de Tinder podríamos ir a docenas de páginas web que encarnan la misma promesa: encontrar pareja en tiempos de individualidad.
Un fragmento popular de El malestar de la cultura pone la dificultad de lidiar con la vida en palabras adecuadas: “Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos”. No sería insensato suponer que el amor (lo que sea que este complejo concepto signifique para cada individuo) es uno de los lenitivos más populares. Particularmente frente a la “epidemia de soledad” que parece afectar a los países desarrollados.
La promesa digital

El amor representa una oportunidad para evitar el mal del siglo. Con algunas excepciones, poco se habla de la soledad (y este parece ser un tabú conectado a la importancia que tiene la independencia en el mundo occidental). Maggie Fergusson escribe en 1843 magazine: “vivimos en una sociedad que admira la independencia pero que ridiculiza el aislamiento”.
Encontrar pareja en el siglo de la soledad requiere, entonces, sus trucos. El que parece más “natural” en tiempos de internet es el uso de plataformas digitales. Tinder es tal vez la aplicación más usada. Y en este uso masivo revela sus propias curiosidades sociales. En la era de la información, el amor, sus búsquedas y encuentros son cuantificables. Lo que representa una ruptura significativa con una larga tradición cultural que comprendía el amor fuera de los límites de lo razonable.
Las promesas de amor son numerosas y no están solamente en Tinder. Una búsqueda ligera en Internet arroja resultados claros. En el 2018 eHarmony, un popular sitio en Reino Unido que aseguraba tener el método “científico” efectivo para encontrar la pareja ideal, recibió una sanción de las autoridades, que consideraron que la afirmación podía ser engañosa. Plenty of Fish, Match.com y Parship, otros populares sitios web, formulan (con otras palabras) prácticamente la misma promesa: encontrar el amor (el indicado), una relación duradera. En resumen, y en las palabras de alguna de estas web, «todas las necesidades emocionales» al alcance de una plataforma digital.

El amor cuantificado
El resultado también puede ponerse en términos monetarios. Se estima que esta búsqueda dejó 421 millones de dólares en 2018 para Tinder. Love me, Tinder presenta una serie de cifras entre usuarios, el valor de las acciones en la bolsa y su porcentaje de crecimiento. Con ello el fenómeno sobre el que se han escrito miles de versos, ingresa a la era de recopilación y análisis de datos. Y crea una fuente más, no solo de encuentro, sino también de negocio.

El fin del amor como fenómeno impredecible viene con recomendaciones para los “románticos”. En la nueva era los sentimientos, incluso uno antes caracterizado como sublime, puede ser observado e interpretado a través de la recopilación de datos. A los que «les gusta pensar que el amor y el cortejo ocurren dentro de un reino de emociones no cuantificables. Están equivocados. Se puede cuantificar casi cualquier cosa en la vida si se le recopila el conjunto correcto de datos”, advierte un artículo en The Big Think.
El algoritmo de Tinder es un ejemplo de la posible cuantificación de las relaciones digitales (y su relación con la «utilidad» en el sentido capitalista de la producción, el ahorro de costes y el lucro). En Tinder hay varios ejemplos, el “nivel de deseabilidad”, se calcula, claramente, con el número de likes, o el “nivel intelectual” que se define con el número de sílabas utilizadas en las conversaciones.
Pequeños datos, grandes visualizaciones
Los detalles que revela la visualización de datos incluso permitiría un estudio de género en las dinámicas heterosexuales. Love me, Tinder, se refiere a uno de los estudios más populares, que revelan el comportamiento extremo al que tienden los géneros “tradicionales” en la aplicación. Ellas recibirán muchos más likes, lo que las hará más selectivas. Y ellos irán justamente en la dirección contraria. Aunque posiblemente no sea necesario un estudio de MIT para llegar a tal conclusión, porque los usuarios parecen descubrir la dinámica con el uso (y los perfiles de muchos hombres parecen estar diseñados como una estrategia de marketing salvaje).
Pero el análisis de datos no tendría por qué estar limitado empresas comerciales. Se sugieren en algunos textos algunas ventajas para el individuo común. Con un mayor número de citas (y aunque muchas sean desastrosas) también un gran número de datos potencialmente útiles. Estos datos recopilados adecuadamente pueden arrojar información sobre patrones. Incluso resultar en un ejercicio de descubrimiento significativo. En tiempos de Love me, Tinder hay un giro dramático en la concepción del amor y con ello muchas oportunidades más de sacar provecho (principalmente comercial) de nuestros datos. También al buscar el amor cualquier acción, por insignificante que parezca, revelará algo más grande que nuestra individualidad.