Actualizado el lunes, 27 noviembre, 2023
La clasificación en competencias deportivas está definida por las capacidades físicas asociadas a los géneros. Los eventos deportivos parten de clasificaciones que siguen en discusión, incluyendo el tema trans en la categoría de mujeres.
Discusiones sobre el cuerpo
Respecto a la competencia deportiva en general y en particular a los juegos olímpicos, se dice que es indispensable para la sana competencia evaluar en relación a las capacidades de los cuerpos. Pero también se discute sobre la ventaja masculina en términos físicos en competencias deportivas: los hombres tienen más masa muscular, más fuerza y con ello, ventaja competitiva. Un artículo publicado en The Economist habla incluso de la importancia de las categorías de género para garantizar que las mujeres estén en las competencias deportivas. Si se evaluara de acuerdo a los resultados masculinos, no habría participación femenina en las competencias.
Sin categorías de sexo, las mujeres estarían ausentes de la mayoría de los deportes de élite.
La ventaja deportiva masculina tiene sus raíces en la biología. Los machos tienen músculos más grandes que las hembras. Sin necesidad de adaptarse al parto, sus esqueletos están mejor adaptados para correr. Son más altos, tienen huesos más densos, corazones más grandes y niveles más altos de hemoglobina, la molécula que transporta el oxígeno por todo el cuerpo.
Why are transgender Olympians proving so controversial?
La ventaja masculina
Así que el «género biológico es uno de los factores de predicción más poderosos y constantes del desempeño físico y los individuos masculinos disfrutan de ventajas de rendimiento en el deporte competitivo» («Mujeres transgénero en la categoría femenina de deporte: perspectivas sobre la supresión de testosterona y la ventaja de rendimiento» publicado en National Library of Medicine). Bajo el principio de la competencia en términos justos. se ha tenido en cuenta la existencia de la clasificación.
Desde 1930 se tiene registro en los medios de reportes sobre hombres compitiendo en categorías femeninas (probablemente a causa de la incongruencia entre los genitales exteriores, y posiblemente conectado a algo que se conoce como pseudohermafroditismo masculino. Es decir: los genitales externos no corresponden con el sexo genético). A partir de 1960, con el objetivo de proteger las competiciones femeninas de impostores masculinos, se establecieron reglas sobre la elegibilidad de las atletas en la categoría de mujeres. Primero, esta elegibilidad estaba sujeta a un examen físico, y a partir de 1968, en los juegos olímpicos de México, se reglamentó la prueba genética de cromatina sexual.

Verificación del género en los juegos olímpicos
En principio el resultado de la prueba en el caso de tratarse de una hembra mostraría una sola masa X, por lo cual estaría clara la diferencia genética, pero hubo problemas con el análisis de cromatina sexual. Primero, dejó de ser un diagnóstico comunmente utilizado por genetistas poco después de que el Comité Olímpico Internacional (COI) implementara la prueba. Es decir: no habían ni laboratorios ni suficientes personas con experiencia en la lectura de la prueba, y con ello falsos positivos.
Además, la prueba de cromatina sexual presenta un problema mayor: el análisis del sexo cromosómico (genético) no es fiable en todos los casos. Existen hembras fenotípicas con patrones de cromatina del sexo masculino, es decir: las personas tienen tejido reproductivo no funcional. Estos individuos no tienen ninguna ventaja atlética como resultado de su anomalía congénita y se concluye que no deberían ser excluidos de la competencia. Lo que, nuevamente modificó la discusión.
El asunto genético y anatómico del género
Casos particulares en el mundo deportivo han dado oportunidades para traer el debate de vuelta. En 2003, frente a las críticas de las atletas, se consultó al COI sobre la participación de una atleta que había hecho el transito de género. Había nacido hombre y ahora se cuestionaba si podía participar en la categoría femenina. A falta de reglamentaciones, se convocó a una reunión y en 2004 se estableció un número de criterios para definir qué era elegible dentro de la categoría en la competencia: 1. cirugía de reasignación de sexo, incluyendo transformación de los genitales externos. 2. Reconocimiento legal de su nuevo género y 3. haber estado en tratamiento hormonal desde hace dos años al menos. A los hombres transgénero se les permitió participar sin problema. Pero aparentemente el asunto no avanzó, hasta el caso de Caster Semenya en 2009.
En 2015 se reconoció que en algunos países la cirugía podría no ser una opción disponible, eso sumado a que requerir la cirugía en individuos saludables como requisito de participación era incosistente con los derechos humanos. Los nuevos requisitos: la declaración de atletas transgénero y la permanencia de esa afirmación por cuatro años. Esto sumado al estándar de los niveles de testosterona aceptados.
La regla de la testosterona
El Comité olímpico internacional estableció en 2011 la necesidad de definir reglas claras sobre los niveles de testosterona, así definió que una mujer transgénero puede ser elegible para competir en la categoría femenina. En ese caso se requiere que los niveles de testosterona sérica total se supriman por debajo de 10 nmol / L durante al menos 12 meses antes de la competencia y durante los juegos (Transgender Women in the Female Category of Sport: Perspectives on Testosterone Suppression and Performance Advantage, Open Access). Se recomendó que se tomaran medidas en otras organizaciones deportivas con los ajustes necesarios a cada práctica.

Pero esa tampoco fue una medida definitiva, recientes publicaciones presentan un nuevo problema para ese sistema: la persistencia de las ventajas otorgadas por la testosterona durante la pubertad. Las observaciones de los estudios hablan de un cambio en el cuerpo del atleta que pasa a través de una terapia hormonal, pero también de una ventaja física de las atletas transgénero frente a las atletas cisgénero asociada con la testosterona y con un proceso definitivo dado en la pubertad. Esta ventaja persiste más de un año después de haber empezado el tratamiento para disminuirla, se sugiere un período de cinco años.
La testosterona en atletas transgénero
Este mismo estudio sobre la fuerza muscular y la hemoglobina en mujeres transgénero, destaca la necesidad de hablar del sistema de clasificación en las categorías. La visibilidad de la discusión en el mundo sobre el género y lo trans deja claro que las personas se presentan en más variedad que la binariedad tradicional. Y la esfera deportiva debería ser consecuente con eso a través de administración y legislación que permitan incluir a los atletas fuera de la binariedad.
Otras variedades biológicas
En resumen la biología humana es demasiado complicada para ser representada bajo un solo criterio. Lo que no da una respuesta al problema en sí, sino que plantea otras formas de clasificación. Después de todo, se afirma, el hiperandrogenismo no debe verse diferente a otras ventajas biológicas en el deporte. Por ejemplo, se aceptan corredores y ciclistas que tienen variaciones mitocondriales raras que les dan una capacidad aeróbica inusual. O jugadores de baloncesto con acromegalia (una afección hormonal que produce manos y pies grandes). La testosterona es finalmente un estándar adoptado para hablar de género, pero no deja de ser problemático y no es preciso.
Otro artículo de 2017 sugiere que la testosterona no debería ser necesariamente el punto focal de atención en la reglamentación deportiva. Y se plantea la construción del concepto de «justicia» en los deportes. Hay otras características biológicas de las que se podría hablar, pero hay una concentración en el papel de la testosterona. Dado el caso de que la testosterona proporcione ventaja dentro de tantas caracterísiticas más (algo que el artículo no responde), ¿qué define que la testosterona sea el sistema de medida?
Juegos olímpicos 2021 y el género
Pero estas preguntas adquieren más sentido cuando aparecen casos reales, atletas, dudas, consultas. En 2021, Laura Hubbard fue la primera mujer transgénero en competir en los juegos olímpicos, representando al equipo de Nueva Zelanda en la disciplina de levantamiento de pesas. La llegada del caso de una atleta abiertamente transgénero a los juegos refleja el movimiento fuera de la binariedad. Todavía hay elementos por resolver y estos requieren repensar las categorías o los instrumentos de elegibilidad.
Respecto a la brecha de género, el comité olímpico garantiza que casi el 49% de los atletas son mujeres. Los 206 comités nacionales olímpicos deben incluir a un hombre y una mujer. Y se garantiza la igualdad en la visibilidad de eventos masculinos y femeninos.