Pocahontas: ‘un extraño en tu país’

Actualizado el lunes, 14 marzo, 2022

Hace cuatrocientos años en el pueblo inglés Gravesend una extraña de nombre Rebecca Rolfe fue dejada en un ataúd. Como juguete del viejo y del nuevo mundo Pocahontas solo podía perder.

Texto de Sebastian Hollstein
Publicado originalmente en Spektrum

Traducción de Johanna Florez Jaimes

Como de otro mundo está de pie la broncínea indígena, allí en el jardín de la iglesia St. George en la pequeña ciudad inglesa Gravesend. Lleva una pluma en el cabello y una capa de cuero. Grácil da un paso adelante, abre los brazos y muestra las palmas de sus manos vacías, como si quisiera darle la bienvenida al observador. La estatua muestra a una mujer joven que hace cuatrocientos años vino forzada al lugar y solo unos días después murió. Su nombre fue Pocahontas.

¿Cómo debió haberse sentido la indígena de veintidós años cuando en Junio de 1616 pisó por primera vez el suelo europeo? El diferente clima, la estrechez de Londres, las personas extrañas. Por todas partes acechaban miradas curiosas, las personas querían hacer una foto de los “salvajes domesticados”. Pocahontas era una sensación, posiblemente en contra de su voluntad. ¿O disfrutó la atención? En todo caso no podía esconderse. Fue traída a Inglaterra como ícono de publicidad y debe ahora desempeñar tal papel. Precisamente tiene que motivar a las personas a invertir dinero en la colonización –y con ello en la destrucción de su hogar. Es llevada del recibimiento al banquete y luego a la función teatral, se reúne con el rey y la reina, responde al clero todas sus preguntas sobre su fe cristiana, una fe que acaba de adoptar. Y con todo esto la princesa a menudo está sola. Como hija de un gran cacique los nobles la consideran una de los suyos –su esposo inglés, en cambio, debe quedarse afuera.

¿Había entendido el juego que se jugaba con ella? ¿Estaba de acuerdo con convertirse a tan corta edad en la representante de una nación? Lo que sabemos sobre Rebecca Rolfe, como finalmente la llamaban los europeos, viene sin excepción de la pluma de los colonos de Jamestown, el primer asentamiento inglés permanente en el continente americano. John Smith, William Strachey, George Percy, Samuell Argall, Ralph Hamor –hombres con intereses propios sólidos, narrarnos los acontecimientos de entonces. Ni Pocahontas ni otra persona de su pueblo escribieron en su día una sola línea.

Mamanatowick Wahunsenacawh

Cuando los recién llegados escogieron la bahía pantanosa de Chesapeake para la fundación de su colonia, aterrizaron en el área de Algonquina, Virginia. Las tribus anteriormente independientes habían pasado por un cambio definitivo: consciente de su poder Wahunsenacawh había logrado reunir a más de treinta tribus para formar un vasto imperio y así convertirse en su Mamanatowick, “jefe de los jefes”. Powathan es su nombre más conocido, originalmente tanto su título como el nombre de toda la Federación. El área de influencia de Powathan se extendía sobre la región de los ríos James River, York River y Potamac River. Y con estos también la bahía de Chesapeake.

Similar a sus homólogos europeos, Powathan usó el matrimonio como una herramienta política, con la pequeña diferencia que no solo casó a su descendencia, sino sobre todo el mismo lo hizo. Se dice que tuvo más de cien mujeres. La antropóloga Helen C.Rountree habla de una especie de mentalidad de “movilidad” colectiva, pues con la excepción de las favoritas, las compañeras del cacique lo dejaban cuando habían dado a luz a su descendencia. Los hijos volvían posteriormente al hogar del padre, para tomar su rol en la dinastía. Las fuentes hablan de alrededor de cuarenta hijas e hijos en el séquito de Powathan. Entre ellos una tal Amonute, llamada Matoaka por sus familiares pero para la mayoría de los otros conocida simplemente como la “pequeña traviesa”: Pocahontas. Probablemente nació en 1559. De la madre nada se conoce, tampoco de sus primeros años de vida. Solo al regresar a Werowocómoco, el pueblo del padre, salió de las sombras de la historia. Se lo debe tanto a su carácter alegre, que la hizo favorita del Mamanatowick, como a las pretensiones de poder intercontinental de un rey inglés.

Primer paso al “imperio británico”

Mientras que su antecesora, Elizabeth I, no había logrado establecer asentamientos permanentes en Norte América, el rey inglés Jacobo I puso esto al inicio de su agenda. Para asegurar financieramente las empresas, fundó dos compañías públicas: Plymouth Company  y Virginia Company de Londres. Esta última envió en diciembre de 1606 tres barcos, el Discovery, el Godspeed y el Susan Constant, a la costa este en Norteamérica. Además de los marineros, había 108 hombres y niños a bordo, que como pobladores tomarían posesión de la nueva tierra. Su misión: crear las bases para una colonia permanente y aprovechar fuentes de ingresos lucrativos y fácilmente disponibles, preferiblemente en forma de metales preciosos. Además los ingleses querían comprobar si había una ruta hacia el Pacífico.

El grupo llega a la costa este de América a finales de abril y  el 14 de mayo de 1607 comienza con la construcción de un asentamiento: Jamestown. Los recién llegados, entre ellos especialmente obreros y «caballeros», cavan los primeros cortes de pala para el Imperio Británico. Ciento ocho buscadores de fortuna, aislados y en regiones desconocidas: cualquier productor de reality shows se frotaría las manos ante estas circunstancias. Ya en la travesía se enfrentan los unos a los otros, incluso hablan de un motín. Si bien Christopher es aún el comandante indiscutible de la pequeña flota, esto habría de cambiar en Jamestown. Para crear una jerarquía y orden, la oficina de la Compañía en Londres puso en una caja sellada los nombres de los primeros seis concejales de la nueva colonia. En la nota aparece un tal John Smith. El dirigirá los acontecimientos en los cruciales primeros años.

Mucha aventura en una vida

Creyendo sus propios informes –lo que no siempre es sencillo, ya en ese momento Smith tenía tras de sí aventura para dos vidas. En The True Travels, Adventures and Observations of Captaine John Smith, publicado en 1630, un año previo a su muerte, narraba aventuras de sus años de juventud. Nacido en 1580 en la costa oeste de Inglaterra, el hijo de un granjero rico abandona su educación como comerciante y se va por el mundo. Según su propia declaración, el joven de 16 años lucha como mercenario en el continente para el rey francés Enrique IV y apoya a los holandeses en su guerra de independencia contra los españoles. Luego realiza una corta pero provechosa pasantía en un barco pirata, lucha del lado de Austria contra los otomanos, entra en cautiverio turco, es esclavizado en Crimea, huye, viaja por la mitad de Europa, va al norte de África y regresa a la isla británica. Finalmente, en diciembre de 1606, aborda uno de los tres barcos de colonos a América y llega al Nuevo Mundo unos cinco meses después con 27 años.

Smith polariza la pequeña compañía colona, pero los colonos no pueden prescindir de su experiencia. Establecerse en el extranjero era para ellos inmensamente difícil. Algunas tribus en el vecindario rechazaban, y hasta repelían, la invasión. Otros eran más amigables e incluso les obsequiaban comida a los ingleses. Lo que les era realmente necesario a los colonizadores que apenas un año después de su llegada morían de hambre. Además de eso las enfermedades, el agotamiento y las flechas enemigas los habían diezmado a la mitad. Para encontrar otras fuentes de alimentación –y con ello el esperado oro y el pasaje al Pacífico– John Smith se dirigió a expediciones en el interior, sobre Chickahominy River. En uno de estos viajes se encontró en la prisión de los Pamunkey.

De tribu en tribu los forasteros parecen ser la curiosidad. Hasta que finalmente, a finales de diciembre de 1607 se reúne con el Mamanatowick por primera vez. El propio rehén describe esta primera reunión en un informe, que se publica un año más tarde en su país. Describe a Powhatan, de aproximadamente 60 años, como un «hombre alto y bien formado con una mirada dura». El encuentro es amigable. Los dos hablan de sus países de origen, cenan juntos y, finalmente, Wahunsenacawh invita a los ingleses a vivir con ellos en el río. El mismo Smith lo nombra jefe de la Federación. Probablemente quiera integrar a los recién llegados en su red tribal, por un lado para ganar como socio (comercial) y por otro lado para evitar que se alíen con sus enemigos. Después de cuatro días deja libre a su invitado.

En 1624, 16 años después, Smith repasa los sucesos de ese entonces. En su Historia general de Virginia, Nueva Inglaterra y las islas de verano, añade un episodio importante que se centra en Pocahontas. Smith describe cómo inesperadamente se pone en peligro mortal en la aldea india: Powhatan lo hace capturar después de recibir consejo y pone su cabeza contra una piedra. Cuando un guerrero toma un palo para romperle el cráneo, Pocahontas se lanza sobre él en el último segundo, protegiéndole la cabeza con su abrazo y con ello salvándole la vida.

Las historias en las que una joven y hermosa mujer salva la vida del héroe eran populares en aquel entonces. ¿Ha imaginado aquí Smith una colorida anécdota para entretenernos? No necesariamente, opinan los expertos. La escena recuerda los ritos de iniciación que los antropólogos han observado en las tribus norteamericanas. El forastero John Smith podía aparentemente ir a ejecución y con la protección de un miembro de la tribu volver a nacer. ¿Fue el ritual incluso una forma de adopción? Existe la “posibilidad histórica de que este episodio de Pocahontas haya realmente acontecido” escribe el teólogo y experto en estudios clásicos Peter Lampe. Por razones plausibles Smith habría callado en su informe de 1908: el veterano que no entendía mucho del ritual de este episodio estaba probablemente apenado de que una niña le salvara la vida. Después, cuando Pocahontas era famosa en Inglaterra, retomó los acontecimientos. Una relación amorosa entre Smith y  Pocahontas, de trece años, como sugiere la famosa película animada de Disney no se desarrolló a partir de estos eventos. Solo hasta el siglo dieciocho se empezó a romantizar el encuentro entre ambos.

No se puede negar la existencia de una conexión entre ambos líderes. Los indígenas envían más de una vez comida a Jamestown, lo que era tan necesario como antes. En su Historia General John Smith atribuye a Pocahontas esta ayuda y con ella la supervivencia de gran parte de la colonia.

Sin embargo nada puede detener la escalada del conflicto. Los ingleses se extendían rápido gracias al suministro constante de los nativos. Que este no se agotara lo decide Powathan pues su hijo Namotack, uno de los aprendices del oficio de traductor, ha entretanto regresado de un viaje desde Inglaterra y le ha dado información a su padre. Los invasores se han convertido rápidamente en una amenaza existencial. El Mamanatowick decide dejarlos morir de hambre.

El aprovisionamiento de los habitantes de Jamestown es cada vez más precario. Se mantienen a partir de saqueos a las provisiones de alimentos de sus vecinos. Por primera vez intentan cultivar maíz y fríjoles. Pero se pone peor. Cuando John Smith regresa a casa en septiembre de 1609 pierden un vínculo importante entre las dos partes. Aunque el capitán Smith estuvo también involucrado en las represalias, sus buenos contactos con los indígenas fueron siempre útiles para los colonos. Se va de Jamestown con una grave lesión en el muslo, sin regresar y sin despedirse de los indígenas. Powathan recibe la noticia de que su hermano tribal ha muerto.

Uno va, el otro viene

Poco tiempo después, el Mamanatowick abandona la resistencia pasiva. Cubre a los ingleses con una agotadora guerra de guerrillas en la que el número de colonos disminuye de 500 a 60 mientras tanto, entre otras cosas porque el aprovisionamiento se ha agotado. Con el nuevo Gobernador de Virginia cambia la página. Thomas Delaware no solo aporta nuevos colonos, sino también un considerable refuerzo militar con el que consigue asegurar la colonia en poco tiempo. Y de repente, en 1613, los invasores ganan la partida: James Argall, uno de los últimos capitanes en llegar, logra apoderarse de Pocahontas. Se había quedado con la tribu Patawomeck en el norte, que en contra de la orden de su Mamanatowick estaba aún en contacto con los blancos.

La relación con los indígenas alcanzó otro punto bajo. Con su rehén los británicos ganaban una fuerte posición en la negociación y desean mantenerla cautiva el mayor tiempo posible.Powhatan libera a los prisioneros, devuelve las armas capturadas, todo  en vano: su hija permanece en manos de los enemigos.

Mientras los dirigentes gobernaban con mano dura a su propia gente, trataban aparentemente bien a su prisionera. Incluso puede que se haya podido mover libre dentro del fuerte –en el pueblo Henrico, donde probablemente era retenida. También es posible que su presencia haya atraído la atención de los otros. Al menos una persona lo testifica: John Rolfe. El joven de veintiocho años había llegado a América después de naufragar en camino hacía las Bermudas y de perder su esposa e hijo. Ahora se enamora de la joven indígena diez años menor que él.

Pero una relación de este tipo entre un cristiano y una “salvaje”, como a pesar del respeto se percibe de ese lado, no puede ser tan sencilla. Hubo habladurías, ceños fruncidos y críticas. Esto está documentado en una carta de Rolfe al Gobernador Thomas Dale, en la cual justifica sus sentimientos y anuncia sus planes de matrimonio. Su amor por Pocahontas fue un designio de Dios, a través del cual la fe cristiana también podía transmitirse a ella y a su pueblo. Dale está de acuerdo, finalmente ve en la unión la posibilidad de la conversión de sus vecinos. Además espera que los nuevos parientes den un nuevo comienzo a su relación con Powhatan. Especialmente porque Pocahontas se muestra sumamente abierta a la nueva religión y absorbe con entusiasmo la doctrina cristiana en la que es instruida en las semanas siguientes. No se puede hablar de una misión forzada, dicen. En la primavera de 1614 fue finalmente bautizada y tomó el nombre de Rebeca.

Al menos eso dice la version que narran las fuentes. Los nativos americanos, quizá la tribu de los Mattaponi, cuentan hasta hoy otra historia: Pocahontas se había quedado con los Patawomeck porque esa había sido la tribu de su esposo Kocoum, con quien se había casado en 1610.  Esto incluso lo atestigua el escritor de la colonia William Strachey. Durante el secuestro de la hija del cacique, su marido fue asesinado y su hija Ka Okee fue criada en secreto por miembros de la tribu. También los eventos en el campamento de los colonos son  diferente en la versión transmitida por los Mattaponi. En cautiverio la habían violado varias veces y le habían lavado el cerebro. Pocahontas no resistió para que su pueblo no tuviera que sufrir las consecuencias.

La “paz de Pocahontas”

Lo que sea que haya sucedido al menos los ingleses no ocultaban una cosa: seguían considerando a Pocahontas un rehén. Antes de una boda hay que aclarar la situación política. Una delegación inglesa bien equipada se dirige al “jefe de los jefes».  Powhatan no puede soportar la presión: hace las paces con los invasores que al fin y al cabo durarán ocho años y pasarán a la historia como la “Paz de Pocahontas». También dejó libre a su hija. Solo ella podría decidir dónde y con quién quería vivir. Sin embargo ahora debe prescindir de una cosa: de su propio padre. Todos esos mensajes se los hace saber a través de su familia. La pérdida de su hija favorita parece herirlo demasiado.

A principios de abril de 1614 tampoco se presenta en la boda. Aunque sigue interesado en el destino de su hija y permanece en contacto, ambos jamás volverán a verse. El matrimonio de los recién casados es el primero entre un colono inglés y una indígena. Su hijo Tomas, que el siguiente enero llegaba al mundo, es oficialmente el primer niño fruto de este tipo de unión.

No solamente en el nuevo mundo se ha convertido Pocahontas o Rebeca Rolfe en una celebridad. En Inglaterra la sociedad también espera ansiosa las noticias sobre la prominente americana de la época. Principalmente la compañía utiliza la “princesa india» con fines propagandísticos para sus empresas en el extranjero, pues el dinero sigue fluyendo de vuelta a la colonia en lugar de salir de ella. Solo años después las plantas de tabaco que el esposo de Pocahontas trajo consigo cuando llegó a Jamestown ayudarán económicamente a la colonia. La variedad sudamericana de Rolfe goza de gran popularidad en Inglaterra y le dará a la colonia el ansiado éxito de exportación.

Pero hasta que eso suceda los inversores tendrán que publicitar la campaña. Una vez más Pocahontas es el juguete de intereses extranjeros: “como rehén había sido abusada como medio de presión política, ahora debía ser un modelo indígena, herramienta de propaganda. Aquí estaba ella, la primera salvaje domesticada» escribe Peter Lampe. Dos años después de la boda, la pequeña familia cruza el Atlántico junto con otros doce indígenas. Con esto comienza la agotadora exhibición.

Reproches a viejos amigos

Fue probablemente una infección respiratoria que el cuerpo de Pocahontas no conocía y por lo tanto no pudo prevenir, posiblemente tuberculosis. Para darle mejor aire la familia abandona Londres y se muda al campo. El visitante que finalmente se presenta aquí había sido a decir verdad esperado mucho antes: su viejo amigo, el que había sido resucitado entre los muertos, John Smith. Su hermana tribal no lo recibe con los brazos abiertos. Solo en Inglaterra se enteró de que él seguía vivo. Diariamente había esperado para recibir su ayuda en el país extranjero, como ella lo había hecho por él en otro momento. “Le prometiste a Powhatan que lo tuyo también sería suyo y él también lo hizo. Lo llamaste padre cuando eras un extraño en su país». Se le arrojó a la cabeza, escribe Smith en su  Historia general. Quizá solo en ese momento entendió qué alianza había formado en Werowocómoco.

No les queda más tiempo para restablecer la relación de confianza, la enfermedad ha avanzado mucho. Como última opción está el viaje de vuelta. Tal vez el aire del mar propicie la recuperación. Pero Pocahontas no llega a mar abierto. Ya en el barco que debería llevarla a América incluso antes de la desembocadura del Támesis su estado empeora. Es llevada a tierra en el pequeño pueblo de Gravesend, donde finalmente, el 21 de marzo de 1617, muere. Encuentra su último lugar de descanso en la iglesia local en la que hubo un incendio en 1727. La tumba hoy ya no existe, solo su broncínea imagen junto a la nueva iglesia permanece como recuerdo de la joven de otro mundo.